En los últimos años, el término de redes complejas ha ido cogiendo cada vez más presencia en nuestra sociedad. Y es que las propiedades estructurales y dinámica de estas redes se han convertido en un gran campo de estudio para los científicos de todos los campos. Este interés viene dado por el gran número de redes que existen en la naturaleza en general, así como en nuestras vidas, agrupando diversos ámbitos como la física, la biología, la sociología, la neurología, la economía, la medicina…
Un ejemplo que explica muy bien que son estas redes es el de John Guare, que llegó a la siguiente conclusión:
“En este planeta sólo seis individuos me separan de cualquier otro individuo, ya sea el presidente de los Estados Unidos o un gondolero de Venecia. Estas seis personas me separan no sólo de los personajes famosos, sino de cualquier otra persona: un indígena de la selva tropical, un habitante de la Tierra del Fuego, un esquimal. Estoy vinculado a todos los otros seres humanos del mundo por un camino que pasa por seis personas”.
Pero, que son exactamente estas redes complejas? Son conjuntos de muchos nódulos conectados que interactúan entre sí. Cada nódulo tiene su propia estructura interna y está encargado de llevar a término una función específica, de manera que lo que sucede a una parte del sistema afecta de manera no lineal a todo el conjunto. En este caso, pues, el todo no es la suma de sus partes.
Las redes complejas tienen, además, unas características especificas que no tienen las redes simples. Algunas de estas características son un alto coeficiente de agrupamiento, una estructura comunitaria a muchas escalas y una estructura jerarquizada.
Además, son redes ubiques, están por todas partes, son heterogenias y tanto pueden ser dirigidas (la relación que se mantiene entre dos nódulos es recíproca) o no dirigidas (la relación que se mantiene sólo va en una dirección).
Así pues, no tenemos que pensar en elementos iguales conectados entre sí de la misma manera, sino que estamos hablando de un modelo dinámico con sistemas diferentes y alejados entre sí que mantienen interacciones diferentes.
El siguiente caso ilustra la importancia de estas redes en nuestra sociedad, a la vez que muestra su complejidad:
Durante los años 80 se produjo una reducción de bacalao en el mar del Norte. Ante esta situación, el gobierno canadiense culpó a las focas que había en la zona, autorizando una matanza de cientos de ellas a lo largo de los años 90. A pesar de ello, el número de bacalao no aumentó.
Así pues, con este ejemplo observamos como las relaciones entre diferentes aspectos de la naturaleza no están limitadas siempre a un único y mismo hecho, sino que en las redes que existen intervienen numerosos factores que interactúan entre todos ellos.
De esta manera, observamos como existen redes biológicas, como las de la genética, las proteínas, las neuronas…; redes complejas tecnológicas, que pueden ser las páginas webs con sus hipervínculos, las redes de comunicación, como Facebook, MSN, el e-mail…; e incluso encontramos redes compleas en la sociedad: redes familiares, sexuales, de amistad, de enfermedad o de grupos como mafias o equipos de trabajo, deportes…
Con todo ello, hemos visto como en el mundo que nos rodea existen numerosas redes complejas, todas ellas diferentes e, incluso, cada una de ellas diferente a si misma dependiendo de cómo se combinen los diferentes actores que intervienen.
Dependerá de lo que queramos estudiar que nos fijaremos en unas redes o en otras. De esta manera, si queremos saber cómo se propaga una enfermedad como el SIDA en una sociedad nos tenemos que centrar en las redes de relaciones sexuales; de otra banda, si queremos encontrar un asesino, tendremos que estudiar su red de amistades o contactos.
Conocer estas redes sociales ayudará a entender mejor el funcionamiento del mundo, a saber el porqué de las cosas y poder, así, estudiar y encontrar soluciones a diferentes problemas que nos afectan a personas o pueblos concretos, o al conjunto de la sociedad de un país o de todo el mundo.
S.
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