Los Planetas coquetean con el flamenco en su nuevo álbum, 'Una ópera egipcia'
DANIEL VERDÚ - Madrid - 14/04/2010
El día se ha torcido de mala manera. Empieza a llover y la primavera se va por donde había venido. La buena noticia es que Jota ha decidido coger el coche desde Granada para plantarse por sorpresa en la entrevista junto a Florent Muñoz y Erik Jiménez, sus compañeros de Los Planetas, que andan promocionando Una ópera egipcia, el nuevo disco de una de las bandas más influyentes del indie español. Hoy decenas de grupos señalan aquel Súper 8 editado en 1994 como el origen de todo. Firmaron pronto por una multinacional, aunque el sonido, al menos, se mantuvo independiente. Pero son las 14.15 y si hay que hablar, sugieren, mejor comiendo.
El nuevo disco, en el que han trabajado durante un año y producen de nuevo ellos mismos, es una prolongación del anterior. Algunos temas que no cupieron entonces se han recuperado. Y sí, el aire flamenco de la Leyenda del espacio ha permanecido y empieza a ser una seña del grupo, que incluso toca en festivales del género. Enrique Morente y Antonio Arias (Lagartija Nick) se han pasado también por el estudio. "El flamenco es la música más cercana que tenemos. No vivimos en Nueva Orleans ni bebemos del blues. Vivimos en el Sacromonte. Y cuando vas creciendo te das cuenta de esas raíces", explica Florent (guitarra). De hecho, el disco tiene un lejano tinte a rock andaluz, algo de lo que tampoco reniegan. "Bueno, es como el sonido Manchester, pero de Andalucía".
Quizá fue para despistar, pero el primer título para el álbum fue Una obra de moros; luego Periodos de rotación, y para rematarlo, llegó El libro del universo. Nada, quedó en lo de ópera egipcia, que es un género del flamenco de los años treinta, "bastante denostado por los puristas, que piensan que sólo pueden hacer flamenco los gitanos", señala Jota.
Una de las mejores piezas del disco, una revisión indie del típico dueto de Pimpinela, estaba pensada para cantarla con Christina Rosenvinge. Pero no cuajó. Y por esas cosas que pasan, la acabó interpretando La Bien Querida, una de las voces revelación de la música española y amiga del grupo. Y huele a hit.
La conversación se anima con la polémica del año: la crisis de la industria discográfica tradicional. "Los piratas no son los que descargan música, sino los que se llevan la pasta. Esos que cobran 60 euros al mes por una línea de ADSL. No se puede criminalizar a quien enseña la música que le gusta a sus amigos", protesta Jota. ¿Soluciones? Cobrarle a las telefónicas, sugieren casi a coro. ¿Más giras? "No, eso es volver al juglar de la Edad Media", contesta Jota. A la conversación se suman los chicos de la discográfica y Florent.
A Erik, el brillante y miope percusionista de la banda (fue el alma rítmica del Omega de Morente) parece que le importa bastante menos todo el asunto de las descargas. Tampoco es que el resto de la entrevista le volviera loco, la verdad. Lo que sí le sacó bastante de quicio fue su reciente paso por el festival de Austin (Texas). "Me parecía como el rancho de La casa de la pradera, como un Monopoly de granja. Es un buen negocio para el que lo haya inventado, porque las bandas no cobran", explica. Parece que no volverá. Al menos, gratis.
S.
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